CONCIERTO DE NACHA POP EN EL PALACIO DE LOS DEPORTES DE MADRID

Si un incendio arrasó aquél pabellón/velódromo, otro iba consumiendo la llama estética del líder de algo más que una banda. Antonio, y su primo Nacho (Lucha de gigantes), más un profesional equipo de músicos (esa camiseta de los Who del baterista), defendieron con compostura el cancionero con el que se han ganado un lugar en el panteón de creatividad que representó la década de los 80 en la escena patria.
Chica de ayer (sí, sin el artículo femenino), The girl from yesterday según la versión de Gigolo Aunts, sigue siendo como la bandera de Iwo Jima: un símbolo, aunque cayera en los bises. Pero no de sometimiento por la fuerza y a costa de sangre. Una paloma de la paz de acordes tranquilos, perfectos, silbables, felices, enamoradizos.
El fracaso personal de Antonio, al ser voluntario, merece todos los respetos, aunque didácticamente sea reprobable. Pero la belleza interior, quizás sólo por Una décima de segundo, fue tan grandiosa que Nacha Pop siguió emocionando, toqueteando lo sentido como Goethe y su joven Werther. Y lo hicieron en defensa de algo tan legítimo como un hueco bien grande en ese recoveco encontrado por la ciencia: el optimismo. Larga vida, pues, al rey y que se mueran los feos… de espíritu. Grité una noche podrán recordar los 8.000 asistentes. Los repes del 86 y los nuevos de 2007, mancomunados por algo tan sugestivo como el sitio de mi recreo mientras nadie miraba sus relojes en la oscuridad.

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