Baudelaire fue un poeta francés, que vivió en París, y que tuvo una vida desastrosa. En 1845, histérico, ensaya el suicidio en un cabaret ante un grupo de amigos, donde se hace un corte con un puñal. Sufrió enfermedades hasta su muerte (trastornos nerviosos y dolores musculares, se ahoga, sufre crisis gástricas y una sífilis contraida diez años antes reaparece). Para combatir el dolor, fuma opio, toma éter. Sufre el primer ataque cerebral. Físicamente, es una ruina. Recurre a cápsulas de éter para combatir el asma y al opio para los fuertes cólicos. Fue enterrado en el cementerio de Montparnase, junto a la tumba de su padrastro, a quien siempre odió.
REMORDIMIENTO PÓSTUMO Cuando duermas por siempre, mi amada Tenebrosa, tendida bajo el mármol de negro monumento y por tibia morada y por solo aposento tengas, no más, el antro húmedo de la fosa;
Cuando oprima la piedra tu carne temblorosa, y le robe a tus flancos su dulce rendimiento, acallará por siempre tu corazón violento, detendrá para siempre tu andanza vagarosa.
La tumba, confidente de mi anhelo infinito (compasivo refugio del poeta maldito) a tu insomnio sin alba dirá con gritos vanos:
"Cortesana imperfecta -¿de qué puede valerte denegarle a la Vida lo que hoy llora la muerte"? Mientras -¡pesar tardío!- te roen los gusanos. Versión de Carlos López Narváez
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