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En la distancia argentina, Serrat pedía menos manipulación (sobre el canon, por ejemplo) y desde la butaca, junto al piano, su primo le gritaba: "¡Mójate, Nano!"
En el piano estaba el gato, Elvis, que se llama así por una anécdota de García Márquez. Se preparaba el Nobel para una cena con el rey Juan Carlos, y un nieto le dijo: "¿Dónde vas?" "A cenar con el Rey?" "¿Con Elvis?", preguntó el nieto. Y por eso el gato de Sabina se llama Elvis.
Antes del debate, y ante el asombro del músico, el gato reposó en el teclado, y tocó dos notas preciosas. El gato mereció más silencio que el debate. Elvis desapareció luego; faltaba finura. Una vez los contendientes se gritaron: "¡No, hombre, no!" "Sí, hombre, sí" Les faltaba la camiseta.
En el anterior debate, cree Joaquín, ganó Rajoy, "no sé a quién le pidieron opinión, ganó Mariano", y ahora Sabina estaba expectante. Luego dijo: "Ganó ZP, por puntos. Por lo de Irak. Lo demás, como el otro día".
Citó en su casa, en Lavapiés, a sus amigos el editor Chus Visor y el escritor Benjamín Prado, y con él estaba su familia: Ximena, su mujer, su cuñado Sebas, su amiga Alejandra, todos peruanos... Algunos habían sido legalizados por el Partido Popular..., el PSOE rechazó a alguno.
Las primeras risas del debate vinieron cuando los debatientes empezaron a repartirse precios. "¡Parecen de Pryca y Carrefour!", exclamó Benjamín. "¡A ver qué tengo de patatas!", dijo uno, mientras Rajoy buscaba papeles. Chus, que también opina como Sabina con respecto al primer debate, dijo luego: "¡Ganaron los obispos!" Y Sabina le replicó: "¡Ni de política internacional!"
La seriedad se instaló en la sala cuando empezaron a darse en la cabeza con la emigración. Sabina lo dijo: "Éste es el discurso peligroso". Sabina creía, en el descanso, que ganaba Zapatero. Después dijo: "Escapamos". La guerra de Irak y el 11-M fue un buen charco, casi un pantano. Para Rajoy. Pero luego empezó el toma y daca constante y los espectadores (perplejos, verdaderamente) encontraron que la altura se fue devaluando hasta llegar a la zona más triste de la política: nadie se escucha. Cuando sacaron el asunto de las nuevas tecnologías, Sabina le gritó a ZP: "¡Sácale al astronauta, que además es tuyo!"
No les gustó lo que dijo Rajoy sobre la inmigración; tampoco los vi muy felices cuando se intercambiaron dudas sobre la primera pregunta que Rajoy le hizo a Zapatero nada más llegar al Gobierno. Que si fue de economía, que si no. Sabina dijo: "Aprendió Rajoy, eh".
Cuando lo busqué, Elvis estaba detrás del piano; no estaba para músicas.
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Besitos