He sentido pena y tristeza, una enorme tristeza. Por primera vez en mi vida, he entrado en la red cada media hora para saber qué pasaba. Y sucedió. He sentido pena y tristeza. Ausencia, vacío. Por un momento la música es acosada por un angustioso silencio. Una enorme tristeza.
La primera vez que escuché en vivo a Mercedes Sosa tenía 16 años. Fue en las fiestas de mi pueblo, en Güímar (Tenerife). La emoción, hermana del sentimiento, es bien de difícil de describir. Mercedes iba acompañada por un guitarrista y yo me pude sentar bien cerca, para no perder detalle. Fue un concierto corto, de media hora, dentro de un festival en el que actuaron otros artistas. Un día grande para mí. Por cosas de la vida, cayó en mis manos una cinta de ese concierto, y la escuché y escuché y escuché hasta que, como diría Kiko Veneno, se arrancaron los cachitos de hierro y cromo. Cuando me acuerdo de mi País, Cuando tenga la tierra, Duerme negrita...
La primera vez que escuché en vivo a Mercedes Sosa tenía 16 años. Fue en las fiestas de mi pueblo, en Güímar (Tenerife). La emoción, hermana del sentimiento, es bien de difícil de describir. Mercedes iba acompañada por un guitarrista y yo me pude sentar bien cerca, para no perder detalle. Fue un concierto corto, de media hora, dentro de un festival en el que actuaron otros artistas. Un día grande para mí. Por cosas de la vida, cayó en mis manos una cinta de ese concierto, y la escuché y escuché y escuché hasta que, como diría Kiko Veneno, se arrancaron los cachitos de hierro y cromo. Cuando me acuerdo de mi País, Cuando tenga la tierra, Duerme negrita...
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