La cantante estadounidense Madonna daría seguramente la mitad de su fortuna
para que alguien dijera de ella lo que la policía española dijo hace dos décadas
de la cantautora madrileña Elisa Serna: "Puede provocar un grado de excitación
en el público capaz de dañar la paz social". Lo que en principio podría parecer
un exagerado piropo fue una acusación en toda regla que a la cantante le costó,
en 1974, cuatro días de incomunicación en la Dirección General de Seguridad, dos
meses en la prisión de Alcalá de Henares y 200.000 pesetas de multa.El lugar del
delito fue el madrileño teatro Benavente, donde interpretó, entre otras, El
galope, de Rafael Alberti, Quejido y A los mineros de
Asturias, canciones que, por lo que se ve, excitaron a la Brigada de
Información Social (BIS). Pocos meses después fue de nuevo detenida y expulsada
de Asturias bajo la acusación de subversiva y pornográfica tras un recital en la
Facultad de Filosofía de Oviedo. Esta vez fueron las poesías eróticas de Salvat
Papaseit, que cantó junto a Teresa Rebull, las que escandalizaron a la BIS.
Elisa Serna, que en la actualidad tiene 53 años , fue detenida por primera
vez en abril de 1970 junto a Luis Pastor y Pablo Guerrero por incitar a la
huelga en un concierto celebrado en Villaverde. Tres años antes había debutado
en el Instituto Ramiro de Maeztu, en el primer festival que congregó a toda la
canción protesta. Ahí comenzó la transición de los cantautores, que consistió,
como dice Elisa, "en hacer la guerra de guerrillas con una guitarra en la
mano".
"Esto nos costó prohibiciones, cárceles, multas elevadísimas y, sobre todo,
el agobio de tener que presentar las canciones para que nos las autorizaran: una copia la llevábamos al Ministerio de
Información y Turismo, otra al Ministerio de la Gobernación y otra a la
Dirección General de la Policía. Muchas las prohibían y otras las mutilaban,
¡eran la leche!", comenta.
Conserva cientos de copias en las que aparece un gran
sello rojo con la palabra "Denegada". La mayoría son letras del cancionero
popular a las que Elisa y otros autores añadían algunos versos nuevos. "Eran
músicas tradicionales, pero, en vez de coger la versión cristiana, que era lo
que hacía la Sección Femenina, nosotros las adaptábamos a la situación del
momento. Recuerdo que un amigo mío, que ha muerto hace poco, Ovidi Montllor,
presentó en una ocasión más de 20 canciones y sólo le autorizaron una. Pues tuvo
las santas narices de cantar la misma canción duran te todo el concierto", se
ríe.
En esta época llegó a España el tema que más se ha escuchado en las
manifestaciones contra la dictadura e incluso después: No nos moverán.
"Habíamos formado un grupo que se llamaba La Trágala, en el que estaban Antonio
Gómez e Ignacio Fernández Toca. Antonio trajo de Londres un disco de Pete Seger
que no estaba distribuiido e Ignacio tradujo el No nos moverán y
empezamos a cantarla en la universidad, en los barrios, en las iglesias... Es
una canción muy especial para nosotros, porque nos ha acompañado mucho en
nuestra lucha por la libertad".
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