UN JARDÍN EN HONOR A ROZALÉN. PRIMERAS IMPRESIONES DE "EL ÁRBOL Y EL BOSQUE", SU NUEVO DISCO.

 
Mientras los ritmos cubanos de la canción "El día que yo me muera" sonaban en mis cascos, el Real Jardín Botánico de Madrid se abría ante mis ojos en todo su esplendor. Esplendor otoñal, claro. En un momento de la canción -muy adecuada en este pre-halloween- Rozalén canta que el día que se muera no quiere que le lleven flores sino que le pongan "un jardín en su honor". En ese mismo instante he sonreído, porque a María le quedan muchos, pero que muchos años de vida y ya puede decir que le han puesto un jardín en su honor. Y no uno cualquiera. Ni más ni menos que el Jardín Botánico. 

 Al llegar me esperaba mi amiga Rocío, de Sony, con una gran sonrisa bajo la mascarilla. Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, aunque llevamos trabajando juntos desde hace más de una década. Rocío me da un mapita mientras me cuenta que está feliz trabajando codo con codo con Rozalén (y con Leiva). En otras ocasiones Sony Music nos convoca en sus oficinas para escuchar por primera vez un disco. Fue inolvidable, por ejemplo, la escucha de "Lo niego todo" de Joaquín Sabina. Entre otras cosas porque apareció el mismísimo Joaquín como os conté aquí.  Pero los tiempos cambian -¡maldito virus!- y Rocío y sus compis tuvieron que pensar  y repensar donde podían hacer un evento al aire libre para que decenas de periodistas escuchásemos el disco por primera vez, con calma y sin aglomeraciones. 

 Cuando mis ojos se encuentran con una huerta y decenas de calabazas de todos los tamaños y formas, suenan en mis oídos tambores y ritmos étnicos que me transportan al drama de la emigración. Al drama de la supervivencia. "La línea" es una canción durísima, con una letra durísima y con unos arreglos que acompañan dos partes muy diferenciadas de la canción. No solo mata el asesino sino también el que deja morir a alguien. Rozalén lo escribe y lo canta mucho mejor que yo. Un homenaje precioso a los refugiados y la canción más "social" del disco.

El cielo de Madrid va dejando los grises de la mañana y un tímido sol ilumina cada rincón del paseo del que estoy disfrutando mientras en mis oídos tengo una discoteca. ¡Échate a temblar David Guetta! "El paso del tiempo" es una canción electrónica a más no poder, con un toquecillo "años 70". Habla de quererse a uno mismo tal y como somos. Con nuestras arrugas, nuestras cicatrices, nuestros kilos de más o cualquier otra cosa que lo único que demuestra es que estamos "llenos de vida". Mientras la escucho pienso que María está haciendo lo que todo buen músico debe hacer a lo largo de su carrera. En palabras de Sabina, "traicionar a su publico". Me encanta que lo que llevo escuchado del disco no se parece en nada a sus anteriores trabajos. Sí, la voz es la misma. Y evidentemente la sensibilidad  y el gusto por la poesía está ahí, pero las canciones son muy diferentes. Cada una es de su padre y de su madre. La siguiente es de madre mexicana, sin duda alguna. La canta junto a Mon Laferte, que es chilena, pero yo estoy viendo a un mariachi y estoy saboreando un tequila y estoy absolutamente de acuerdo con lo que me están cantando. "Los amores van y vienen, pero lo nuestro es para siempre". ¡Bendita amistad!

Veo volar a muchos pájaros sobre mi cabeza. Revolotean de árbol en árbol, beben en las fuentes del Jardín Botánico pero no puedo escuchar sus cantos porque lo que escucho es un aullido. "Loba" es una canción cruda y gris. Una canción que refleja una triste realidad. Pero a la vez es un canción de esperanza. De fuerza. De ánimo. Quiero pensar que esta canción va a ayudar a muchas mujeres que lo están pasando mal. Y con un poco de suerte, si cae en los oídos de alguno de esos cazadores de lobas, tal vez, les haga reflexionar. ¡Ojalá! es uno de los mejores temas del disco, en mi opinión.

Cuando empiezo a escuchar "La maza" pienso en Silvio Rodríguez y en todo lo que ha influido a generaciones y generaciones de cantautores. Es muy bonito que María siga apostando por versionar canciones de maestros de la canción de autor en sus álbumes. Voy llegando al final de mi paseo y tengo la sensación de que Rozalén me está cantando al oído. Y claro, es así, llevo los cascos puestos mientras paseo. Pero de repente me parece verla. Está escondida entre los árboles. No sé si forma parte del paisaje realmente o son imaginaciones mías. Sus ojos se cruzan con los míos mientras escucho "Aves enjauladas". No puedo olvidarme de la pantalla mi móvil cuando allá por el mes de marzo estuve unos cuántos días en el hospital. De repente apareció ella diciéndome cosas que me hicieron olvidar los pinchazos de heparina y los pastillotes que tenía que engullir cada día. Son cosas que no se olvidan. Se lo dije, claro. Y también se lo dije públicamente en esta charla de hace unos meses que os dejo aquí abajo. Las demás canciones del disco ya las conocéis. "Este tren", "Que no, que no" y la que para mi es una de las mejores del disco: "Y busqué". Ha sido un paseo maravilloso por el Jardín Botánico. ¡Gracias Rozalén! 

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