No se vio nunca un superhéroe sevillano
sin máscara, ni capa, ni calzón.
No salen telarañas de sus manos,
ni la kriptonita le daña el corazón.
¿Sus poderes? La voz y la guitarra,
y un talento sobrehumano al escribir.
Sus canciones no dan nunca la tabarra,
sus abrazos nos animan a vivir.
Leonard Cohen comparte habitación
en el Chelsea Hotel con unas musas.
Si cogemos al azar una canción,
nos envuelven sus corcheas y semifusas.
Con Ismael pasea por la Alameda,
mientras a su hija le canta una nana,
con sus acordes... te enreda,
con sus conciertos... te sana.
Todos saben de quién estoy hablando,
-fuera hace frío, en Libertad calor-
yo me voy, que estamos deseando
que salga Manuel Cuesta, cantautor.
Hay que tener muy poca vergüenza para leer estos ripios al lado de un libro de Rodolfo Serrano apoyado en el mítico piano de Libertad y ante la mirada del poeta. ¿Cómo vencí el pudor? Muy sencillo, la ocasión lo merecía. Para mi lo más importante era demostrarle a Manuel Cuesta mi admiración y mi cariño. Y no me importó leerle estos versos cursis y mal medidos delante de todo Libertad 8 porque lo hice de corazón.
Cuando volvía en el metro con Raquel hablando sobre lo que acabábamos de vivir, nos dimos cuenta de lo afortunados que habíamos sido por haber formado parte de un concierto así. Manuel comenzó nervioso y un poco tímido. Pero era lógico si pensamos que a pocos centímetros tenía a Ismael Serrano mirándolo fijamente y a todo el Libertad 8 apretujado entre sillas, mesas, copas y una pobre camarera que apenas podía moverse entre nosotros.
Muy pronto, Manuel empezó a ser Manuel, y entre canción y canción sonreía, nos guiñaba un ojo, nos contaba un chascarrillo, nos hablaba de superhéroes, nos pasaba una libretita fantástica para que apuntásemos nuestras impresiones y nuestro mail (¡aunque no pasó por mi mesa!)... en fin... empezó a disfrutar, y nosotros también.
Fue un lujo comprobar como los allí presentes coreaban al principio tímidamente las canciones y terminaron/mos el concierto alzando la voz como en un concierto heavy. Allí hubo magia, allí ocurrió algo especial, no creo que sea capaz de explicarlo bien...
Por el escenario se colaron varios cantantes ilustres. Pasearon Leonard Cohen, Enrique Urquijo, Loquillo, Bono de U2, Antonio Vega... todos pasearon, evidentemente, por la garganta de Manuel.
Y lo más bonito y... espectacular fue el final. Como por arte de magia todos nos pusimos en pie. Puede parecer una tontería, pero ver a todo el Libertad 8 en pie aplaudiendo con una sonrisa de oreja a oreja, me emocionó muchísimo y tuve que respirar hondo para no soltar una lagrimita. Y no exagero. Manuel Cuesta estaba quieto en el escenario, mirando a todo los lados sin comprender muy bien por qué aquel aplauso parecía eterno. Yo no sé si estuvimos aplaudiendo 2 horas o 2 minutos, pero sí sé que fue un homenaje sincero repleto de gratitud a Manuel Cuesta. Inolvidable.
Fotos de José María Muñoz
5 Comentarios
Además me encantó que la presentación del concierto la hiciera el autor del blog que sigo tan a menudo.... Estuvo genial Victor!
Me lo pase muy bien :)
saludos y salud
perdón...el link
jejeje