Un día
Labordeta habló conmigo.
Cogió el móvil saliendo de su escaño,
y vino caminando con su abrigo,
del Congreso a la radio como un maño.
Me habló de sus conciertos en carretas,
sin micro ni altavoces, con errores,
escribiendo metáforas y tretas
para evitar censuras y censores.
Sanchís Sinisterra y
Mr. Carbonell
recordaron el Aragón aquel
de funciones de teatro y ansiedad.
Habló muy bien de algunos del PP,
y nos dijo que aún tenía fe
en una tierra llamada Libertad.
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