Decía Luis García Montero en una entrevista con Manuel Azorín que "que le pongan música a una poesía es de los pocos privilegios que tienen los poetas. Un novelista puede ver su obra en una pantalla de cine o una serie de televisión, pero difícilmente harán una canción con su libro". Rodolfo Serrano dejó el periodismo hace años y se volcó en una poesía que bebe de sus recuerdos, sus experiencias y sus sentimientos. Su último libro se llama "Un cadillac de segunda mano", un título que de alguna manera homenajea a la famosa canción de Loquillo "Cadillac solitario".
A los versos de Rodolfo no solo le ha puesto música su hijo Ismael Serrano (prácticamente en cada uno de sus discos incluye alguna canción con letra de Rodolfo), sino que cantautores como Manuel Cuesta o Fran Fernández han musicado sus poemas.
El cantautor argentino Emiliano del Río acaba de compartir con todos sus seguidores una nueva canción que ha creado con los siguientes versos de "Testamento vital". La puedes escuchar en el vídeo de arriba y aquí te dejamos el poema de Rodolfo:
Dejo a todos mis versos si es que os sirven de algo,
mis pecados peores que os llevarán al cielo
donde moran los ángeles caídos y las ángeles
que nunca respetaron el sexto mandamiento.
Os dejo las promesas que jamás he cumplido,
cuatro sueños frustrados, pendientes todavía,
algunas esperanzas que dejé abandonadas
y el deseo de un cuerpo en mis noches vacías.
Y a todos, todos, dejo el brillo de la luna,
la angustia de los lunes y el miedo a un Dios de cólera.
Os dejo la manzana del Edén y mi odio
al dolor de los niños. Y dejo mis caricias
a los hombres que fueron derrotados conmigo.
Os dejo, pues, mi rabia frente a lo que es injusto,
también mi cobardía y mi miedo ante aquellos
que compraron por nada mi silencio más cómplice.
Y ganaron con trampas mi vida en el tablero.
Os dejo mi tristeza. Cuidadla con cariño.
Y el recuerdo de largos paseos en la noche,
de tardes de noviembre y playas en verano,
de esos trenes nocturnos y frías estaciones,
y esta extraña nostalgia por los puertos lejanos.
Os dejo la añoranza de un verano en Lisboa,
el olor de la hierba cuando llueve en la aldea,
esa belleza mágica de los cielos con nubes.
La luz de una farola y una calle desierta.
A los que me ofendieron les dejo mis ofensas.
Y a mis amigos dejo esos bares de barrio
que nos dieron el vino y el pan de la amistad.
A ti, solo a ti dejo, la dicha que te debo,
las noches más hermosas y este amor, viejo amor.
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