LA GENEROSIDAD DE JOAQUÍN CARBONELL



Hace unas semanas la Casa de Aragón en Madrid organizó un visionado del documental dedicado a Joaquín Carbonell, dirigido por Sonia Llera. El documental se llama "Carbonell, amigo" y es un documento absolutamente maravilloso con testimonio de numerosos amigos, cantautores, poetas, actores, periodistas... En la Casa de Aragón estuvo Fernando Bódalo, excelente fotógrafo que me retrató en estas dos imágenes que dejo aquí junto al cantautor Santy Pérez, gran amigo y discípulo del cantautor maño. El caso es que allí tenían el libro coordinado por Gabriel Sopeña en el que tuve el honor de participar con este texto que hoy quiero compartir también por aquí:

Joaquín Carbonell acababa de grabar “Sin móvil ni coartada”-uno de sus mejores discos- producido por el también recientemente fallecido José Romero. En el disco participaba Pancho Varona y a través de él, Joaquín envió su disco a una humilde radio de Madrid en la que un chaval de 19 años tenía un programita de cantautores. Aquel chaval era yo cuando aún me peinaba. Nunca pude imaginar la maravillosa amistad que Joaquín me brindó durante los siguientes 17 años y la generosidad que tuvo siempre conmigo. Dejadme que os cuente dos anécdotas que me emocionan profundamente de Joaquín. Una profesional y otra personal. 

Allá por 2012 Joaquín me llamó un día muy emocionado:
-Víctor, te acabo de mandar un e-mail con una canción que acabo de componer dedicada a Dimitris Christoulas, ¿sabes quién es?
-Pues no caigo, Carbo, ¿debería conocerle?
-¡El jubilado griego que se suicidó hace unos días en la Plaza de Syntagma de Atenas!
-¡Claro! Qué pena… ¡cómo están sufriendo los griegos!
-He escrito un artículo en El Periódico sobre él y me he dado cuenta de que ahí había una canción. Una canción protesta, Víctor, como las de antes. La canción que te he pasado la he grabado con una mierdecilla de aparatillo. Con urgencia periodística. Me ha salido muy Dylan joven… Y tú que estás en contacto con tantos cantautores en Al caer el Sol quiero que me ayudes a que los cantautores protesta de toda la vida la canten conmigo. Y también las nuevas generaciones. Quiero grabarla en condiciones, en un buen estudio en Madrid. ¿Qué te parece?
Qué me iba a parecer. Un verdadero honor. Llamé a Pablo Guerrero y me dijo que sí inmediatamente. Patxi Andión, muy emocionado con la canción me dijo que admiraba a Joaquín Carbonell desde su primer disco. Elisa Serna llevaba años sin grabar y le pareció una ocasión perfecta para volver al estudio. No puedo evitar pensar que Patxi y Elisa también se nos han ido en los últimos años. También participaron Marina Rosell, Javier Bergia y cantautores jóvenes como Manuel Cuesta o Muerdo.  Quedamos un 3 de mayo en unos estudios de la SGAE de la calle Abdón Terrdas y allí estaba esperando Joaquín con una ilusión tremenda y una paciencia increíble a la hora de coordinar a los 17 artistas que le acompañaron. La canción quedó preciosa y, por cierto, está entre las 10 más vistas de Joaquín en youtube. Carbo estaba muy orgulloso de la cantidad de mensajes de ciudadanos griegos que le agradecían de corazón la sensibilidad de la canción (que tenía subtítulos en griego). 


A finales de julio del 2019 hice noche en Zaragoza con mi mujer y mis hijos después de pasar unas semanas de vacaciones por Francia. Escribí a Joaquín un whatsapp preguntándole si le apetecía que nos viéramos e inmediatamente me dijo que sí. Quedamos en Plaza Goya, en una bocacalle del paseo Independencia. Joaquín se deshizo en carantoñas con mis hijos -que tenían 6 y 4 años-, les regaló a cada uno una tarjeta dibujada por su nieta. Era un precioso retrato de Carbonell guitarra en mano dibujado con los trazos de una niña. Muy orgulloso nos explicó que el presidente de Aragón, Javier Lambán, le había pedido una similar. Su nieta se la hizo, claro, y el presidente siempre llevaba una en el bolsillo presumiendo de que se la había hecho la nieta de Joaquín Carbonell. Hablamos de aquella vez en que Labordeta fue dando un paseo desde el Congreso de los diputados hasta Radio SOL, en la calle San Bernardo, muy cerca de la Gran Vía. Allí Labordeta charló conmigo y se emocionó cuando Carbonell y Sanchís Sinisterra entraron por teléfono para saludarle. Aquella entrevista nunca la hubiera podido hacer sin las gestiones desinteresadas de Joaquín. También recordamos alguno de sus conciertos en Madrid. Le hacía mucha ilusión tocar en el mítico Libertad 8. Cuando hablé con Julián, el dueño del café, para buscarle una fecha no solo no me puso ningún problema, sino que me dijo que era un honor que quisiera cantar allí. Se llenó hasta los topes. En otra ocasión le programé en un festival que se llamaba Art-pegio organizado por la UGT. Me dijo:  "Alfarito, es la primera vez que vengo a Madrid con caché, gastos pagados y sin la incertidumbre de la taquilla". Estaba feliz y dio un concierto memorable.  Un par de horas después mi mujer y yo le dijimos que le acompañábamos hasta su casa. -¡Pero si yo no vivo aquí! ¡Vivo a 40 kilómetros! Y yo que daba por sentado que vivía en el centro.
El 29 de julio nos cruzamos los últimos wasaps. Desde el hospital siempre se despedía mandándome besos para "tu hermosa familia".  Después ya no contestó más. Me preocupé. Contacté con su mánager, Toño, que me mantuvo cada día informado con las palabras y la voz de Nicolás, uno de sus hijos. Confieso que hasta en los peores momentos siempre tuve esperanza de que saldría de esta. Desgraciadamente me equivoqué.

Termino con un sonetillo que le escribí un día después de un concierto y con unos versos con los que me contestó:
Carbonell es Brassens y Labordeta,
es un maño argentino afrancesado,
siempre lleva una jota en la maleta,
no ha sabido jamás estar parado.

Cantó en Libertad Ocho el otro día,
-no he visto un sesentón con tantas ganas-
tocaba la guitarra y parecía,
un crooner en vez de un cantamañanas.

Ha escrito un mamotreto de Sabina,
secuestró a "Mon amour" de alguna esquina,
me nombró su biógrafo oficial.

Sudó como Camacho la camisa,

cantó con su guitarra y su sonrisa,
juro que no exagero, fue tal cual.

Y Joaquín me respondió así:

Alfarito es la voz de una gramola
que difunde a los vientos la cultura:
La canción de cantantes con su viola,
que vendemos la voz más tolerable.
¿A qué esperan algunos mandamases
para hacer de Alfarito un ministrable?
¿El soneto? ¡joder es impagable!

Gracias por tu amistad y cariño Joaquín. Y sobre todo gracias por tus canciones.

Víctor R. Alfaro

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