LA MANDRÁGORA

R. M. 11/02/1979
¿Ha escrito usted una poesía que quiere recitar, pinta cuadros que quiere exponer, le apetece dar una conferencia, ser el protagonista de un mitin, saber hacer juegos de manos, discute brillantemente, es actor aficionado? No importa su hobby. En Madrid hay ahora un lugar para que usted haga valer su exhibicionismo oculto, dentro de unas normas, como es lógico: un bar que cada noche ofrece a los clientes un espectáculo realizado por los propios clientes y siempre con un tono de dignidad cultural.«Yo lo que quiero es crear un ambiente de participación, que la gente venga y, se lo pase bien rompiendo el hieratismo habitual de estos lugares. Se trata de que todas las noches nos reunamos un grupo de personas a las que guste la música, la literatura, el arte y sobre todo el diálogo, y pasemos un rato agradable. » Así se expresa Enrique Cavestany, creador de La Mandrágora, mitad asociación cultural, mitad bar de tapas y lugar de encuentro de todas esas cosas antes relatadas, en la Cava Baja, 42, de Madrid. «Los martes los dedicamos a la parapsicología; los miércoles, a la literatura; los jueves y domingos, música; los viernes, magia, y los sábados y cada dos semanas hacemos una sesión cinematográfica.»
Total, que por veinte duros que cuestan unos chatos de vino y una tortilla de patata puede usted participar en este moderno ágora de andar por casa, pasar un buen rato y demostrarse a sí mismo que es capaz de hablar, cantar, exponer y actuar en público.
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Artículo encontrado en la Hemeroteca de EL PAÍS. Dos o tres años después La Mandrágora se llenaría de gente como Sabina, Krahe, Pérez, Joaquín Carbonell (en la foto con Krahe y Sabina)...

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